Es una escena que se repite con más frecuencia de lo que pensamos: una persona que ha comido marisco toda su vida, sin problemas, empieza a notar picor, ronchas o incluso dificultad para respirar tras una cena familiar. En muchos casos, el primer episodio ocurre precisamente en Navidad, cuando más crustáceos consumimos.
La pregunta surge de inmediato: ¿Cómo es posible desarrollar una alergia en la edad adulta si nunca antes había ocurrido? La ciencia tiene la respuesta, y en ella entra en juego una proteína llamada tropomiosina, presente en todos los crustáceos y responsable de la mayoría de reacciones alérgicas al marisco.
En este artículo explicamos por qué sucede, qué síntomas conviene reconocer y qué pasos seguir ante una reacción inesperada.

Por qué la alergia al marisco es más frecuente en adultos
Aunque solemos asociar las alergias alimentarias a la infancia, el marisco es una excepción. Según una revisión clínica realizada por el Departamento de Alergia e Inmunología de la Universidad de Cincinnati, la alergia al marisco es entre 4 y 5 veces más frecuente en adultos que en niños.
El motivo está en la manera en que evoluciona nuestro sistema inmunitario. Una persona puede consumir marisco sin incidentes durante toda su vida y, en un momento dado, desarrollar una sensibilización. A veces, la primera exposición no provoca síntomas; es simplemente el punto en el que el sistema inmune “registra” la proteína.
La reacción llega más tarde, cuando los anticuerpos IgE reconocen la tropomiosina y desencadenan una respuesta exagerada.
En otras palabras, la alergia no aparece porque haya cambiado el alimento, sino porque ha cambiado la forma en que el cuerpo lo interpreta.
Tropomiosina, la proteína responsable
La tropomiosina es una proteína del músculo de los crustáceos que destaca por su excepcional estabilidad térmica. Esto significa que mantiene su estructura y su capacidad alergénica incluso después de hervir, freír o cocinar a la plancha.
Esta característica explica por qué una reacción alérgica puede darse independientemente de la forma de preparación del plato. No existe un método culinario que “neutralice” la proteína; por eso, las personas alérgicas deben evitar el marisco incluso cuando está bien cocinado.
Reactividad cruzada más allá del marisco
La evidencia científica muestra que la tropomiosina está tan conservada en el reino de los invertebrados que provoca reactividad cruzada mucho más allá de las gambas o los langostinos.
Quien reacciona a la gamba suele reaccionar también al cangrejo o la langosta, porque comparten entre un 95 % y un 100 % de la secuencia de tropomiosina.
Pero el efecto llega más lejos. También se han descrito reacciones cruzadas con:
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Moluscos como calamar, mejillón o abalone.
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Ácaros del polvo.
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Cucarachas.
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Insectos comestibles.
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Algunos parásitos nematodos.
Este fenómeno explica, por ejemplo, que personas alérgicas a los ácaros puedan reaccionar al marisco sin haberlo consumido nunca. La tropomiosina actúa como un alérgeno pan-invertebrado, capaz de activar al sistema inmunitario en distintos contextos.
Síntomas habituales y cómo reconocerlos
Según la evidencia disponible, la mayoría de reacciones aparecen en las 2 primeras horas tras consumir marisco, aunque algunos casos pueden manifestarse más tarde.
Los síntomas más frecuentes incluyen:
Síntomas cutáneos
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Urticaria
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Picazón
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Enrojecimiento
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Hinchazón en labios, cara o lengua
Síntomas respiratorios
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Congestión nasal
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Tos o sibilancias
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Dificultad para respirar o tragar
Síntomas digestivos
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Dolor abdominal
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Náuseas o vómitos
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Diarrea
Otros síntomas posibles
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Mareos o aturdimiento
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Desmayos
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Sensación de opresión en la garganta
En casos más graves puede producirse anafilaxia, un cuadro que requiere atención médica urgente. Las reacciones al marisco suelen afectar a varios órganos simultáneamente, por lo que es importante reconocer los signos de alarma.
Cómo se diagnostica una alergia al marisco
El diagnóstico combina tres pilares fundamentales.
1. Historia clínica
El alergólogo analiza:
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Qué alimento se consumió exactamente
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Cuánto tiempo pasó hasta la aparición de los síntomas
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Qué órganos se vieron afectados
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Antecedentes de alergias respiratorias o alimentarias
Una buena anamnesis permite sospechar muchas alergias incluso antes de realizar pruebas.
2. Pruebas de IgE específica
La IgE es un tipo de anticuerpo clave en las reacciones alérgicas.
Cuando una persona desarrolla alergia al marisco, su organismo produce IgE dirigida contra la tropomiosina.
Medir esta IgE específica permite:
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Confirmar si la reacción es inmunológica
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Diferenciar alergia de intolerancias o molestias inespecíficas
3. Pruebas cutáneas y pruebas de provocación
Las pruebas cutáneas (SPT) consisten en aplicar pequeñas cantidades del alérgeno sobre la piel y observar si aparece una reacción local.
Las pruebas de provocación oral constituyen el estándar definitivo cuando existen dudas, pero:
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Implican administrar cantidades crecientes del alimento
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Se realizan solo en entornos clínicos especializados
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No forman parte del protocolo rutinario debido al riesgo
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¿Puede prevenirse la alergia al marisco?
La ciencia es clara: no existe una forma de prevenir la aparición de esta alergia. No depende de la preparación culinaria ni de la frecuencia de consumo. La tropomiosina mantiene su capacidad alergénica incluso tras el cocinado, de modo que no hay forma de “desactivarla”.
Una vez confirmada la alergia, la única medida eficaz es evitar el consumo de marisco y seguir las recomendaciones del especialista.
Qué hacer ante una reacción inesperada
Ante cualquier reacción después de consumir marisco, lo más importante es observar la evolución de los síntomas y buscar valoración médica.
Las guías clínicas señalan que:
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Los síntomas leves y autolimitados suelen manejarse sin complicaciones.
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La aparición de dificultad respiratoria, mareo, malestar general intenso o hinchazón significativa requiere una evaluación urgente.
En personas con diagnóstico previo de alergia grave, los especialistas pueden recomendar medidas específicas, como disponer de adrenalina autoinyectable. Su uso y seguimiento deben estar siempre supervisados por un profesional sanitario.
Referencias
- Lopata, A. L. (2016). Allergens and molecular diagnostics of shellfish allergy: Part 22 of the Series Molecular Allergology. Allergo Journal International, 25, 210–218.
- Mayo Clinic. (2024, 7 noviembre). Alergia a los mariscos — Síntomas y causas. Mayo Clinic. https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/shellfish-allergy/symptoms-causes/syc-20377503